
La libertad fue, por un instante, una Gibson Les Paul aullando desde un amplificador Leslie y el tronar sincopado de un kit Ludwig canalizado por dos micros MI 160.
La libertad fue, por un instante, el vuelo ligero de un ave de hojalata y el centelleante crepitar de su aleteo huyendo del amanecer incandescente, eléctrico.
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