miércoles, 18 de marzo de 2009

Dark was the night,


Funciona como una jodida ley, y no precisamente como una ordenanza municipal o una ley federal, sino como una ley de la naturaleza, como la maldita manzana de Newton o más aún, como la ley de la selección natural. La carne seca y melancólica de E.B. White había dado en el clavo al utilizar aquellas palabras en el ya célebre Esto es Nueva York: la ciudad da 45 cm. de margen y, más allá, dark was the night, cold was the ground, que cantaba el viejo "Blind" Willie Johnson. Más allá está la densa noche, la noche rota de neones y balas, la noche de un negro reventado en una acera, la de una puta envejecida, la noche del otro lado de los 45 cm. ¿Qué importa todo eso? ¿Qué importa, si está más allá? En la distancia corta de esos 45 cm. uno decide en qué ciudad quiere vivir, "de manera que cada suceso es, en cierto sentido, opcional, y el habitante se encuentra en la feliz posición de poder elegir sus propios espectáculos y conservar así su alma". Incluso si el espectáculo se sirve a pocos pasos y la muchedumbre cerca a un cuerpo recién tumbado y caliente, uno aún puede seguir andando y posponer el suceso para más tarde, porque también a 45 cm. estará seguro el titular y el disparo del austriaco, de Arthur Felling, de Weegee, en el New York Herald Tribune o en el PM Daily, apenas a 45 cm. Weegee no tiene alma, tiene una radio de la policía y todos los neones, todas las balas, todos los negros reventados en las aceras y las putas envejecidas y las noches, todas las noches. Weegee no tiene alma y las nuestras son su negocio.


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