martes, 16 de junio de 2009

Genital Stratocaster,


Fue así, agente ¡LO JURO! Llegué a casa y le dije «nena, me han despedido» y ella «¡no eres más que un vago hijo de perra, Jimmy! ¡si dedicaras al trabajo lo mismo que a la botella seríamos ricos! Pero te has bebido toda la pasta y no tenemos ni para una patata podrida». ¿Cree usted que me dijo algo para consolarme? ¡Y una mierda! ¡Que no tenemos ni para una patata podrida! Pero tenía razón. Mire agente… Lewis, ¿puedo llamarle Lou? Mira Lou, si yo le trajera a esa zorra la patata más podrida y apestosa de la tierra ella la cocinaría de manera que supiera a carne tierna con salsa de higos frescos y nueces. ¡No sé cómo carajo lo consigue, pero es así! Tú sabes de qué va esto, ¿verdad Lou? Maldita sea, todos lo sabemos. Llega un momento en la vida que te conformas con un techo, un coño, un coche y un perro sarnoso. ¿Por qué demonios iba yo a matarla porque sí, después de aguantarla durante tantos años? Así que para no partirle el cráneo subo arriba y AGARRO LA GUITARRA. Pero ¡Ay, maldita (bendita) guitarra! ¡La culpa la tiene esa guitarra, Lou, hazme caso! La rasqué completamente furioso y sonaron esos acordes guturales, procedentes de alguna cavidad negra e indecente que traían consigo una calidez genital, animal, cavernosa, ¿me entiendes, Lou? Y luego esa electricidad sexual y profunda rozándome las entrañas tan sensualmente. No pude siquiera pensar en entender qué estaba ocurriendo, porque de pronto llegó desde el perineo un relámpago que me tensó la espalda y obligó al pecho a buscar desesperado el cielo en un arco imposible y frenético. Sentí cómo los intestinos se contraían con fuerza y cómo me faltaba la respiración durante unos segundos. De pronto la realidad se hizo sublime por unos instantes y apareció esa bruma púrpura que se desparramó por todas partes. Y allí estaba yo, la guitarra, el cochino perro aullando, la bruma púrpura y ella corriendo hacia el aseo, gritando enloquecida… ¿qué opinas, Lou?
—¡Joder Jimmy, no lo sé! No sabía que con una Fender se pudiera hacer esto.
—Yo tampoco, Lou. Sólo probé con unos acordes…




1 comentario:

Ana J. dijo...

No termino de pillarlo: ¿la mató de un orgasmo con el sonido de la guitarra?
¿Se resbaló ella en el semen desparramado y se abrió la cabeza?
En cualquier caso, me ha gustado.
Debo ser una enferma...