lunes, 14 de septiembre de 2009

Los estranguladores,


Una presión constante y bien localizada es suficiente para terminar con la vida de un tipo. Ningún crío en el barrio vive con ello en mente pero una leve iniciación en el camino de los estranguladores se lo pone en claro. A los trece o los catorce cualquiera de entre ellos tiene la fuerza necesaria para utilizar un cable de freno y a los dieciocho ya hay quien opta por hacer uso de sus propios pulgares, otros tal vez más tarde y por vencer el tedio de la técnica.
En el negocio hoy se cotiza el plomo, sin discusión. Fuego bajo los neones, fuego entre más fuego. En cambio nosotros, los del oficio, seguimos manufacturando, haciendo lazos, arreglando nudos y respetando el silencio de los muertos que se nos encomiendan. No hay otra forma: acompañamos a lo agónico hasta sus últimos trazos. Acompañamos, acompañamos de cerca y dejamos el resto acostado en el asfalto y sólo entonces ponemos calles de por medio.


2 comentarios:

Saharaui dijo...

Magnífico.
Saludos

Sergio dijo...

Los viejos maffiosi solían utilizar el garrote sicilano para sus trabajos más finos.

Un abrazo.