jueves, 8 de mayo de 2008

Dadá 4, Los blasfemos


"Desde la más alejada Edad Media, el loco es aquel cuyo discurso no puede circular como el de los otros: llega a suceder que su palabra es considerada nula y sin valor, que no contiene ni verdad ni importancia, que no puede testimoniar ante la justicia, [...] o ni siquiera, en el sacrificio de la misa, permite la transubstanciación y hacer del pan un cuerpo; en cambio suele ocurrir también que se le confiere, opuestamente a cualquier otra persona, extraños poderes como el de enunciar una verdad oculta..."

Michel Foucault, El orden del discurso


Domingo, 17 de noviembre de 1918: la revolución continúa en Alemania y hay ya constituido un Consejo de los Representates del Pueblo, la paz exterior tiene seis días de vida y la libertad de movimiento y de prensa apenas cinco. Imbuido por este espíritu renovado y por algunos otros, Johannes Baader accede a la catedral de Berlín. Es el momento:

"Cuando el capellán real Dryander quiso comenzar su prédica, Baader gritó con fuerza: "¡Un momento! Yo les pregunto: ¿qué les importa a ustedes Jesucristo? A ustedes les importa un pimiento...", no llegó más lejos, hubo un terrible tumulto, Baader fue arrestado y se presentó una querella contra él por blasfemia. Pero no pudieron hacerle nada, porque llevaba consigo el texto completo de su discurso, en el que decía "porque ustedes se desentienden de sus mandamientos, etc". Naturalmente, todos los periódicos estaban llenos de escritos sobre ese incidente."

Raoul Hausmann, en Richard Huelsenbeck (ed.), Dadá: eine literarische Dokumentation

El Über-Dadá Johannes Baader había realizado uno de los mayores logros del Dadá en el campo del happening. Pero los testimonios son confusos y dependiendo del periódico o del Dadá-cronista que se tome, a la frase pronunciada por Baader se añade otras que van desde un "¡Dadá salvará al mundo!" hasta un "¡Cristo es una salchicha!". En cambio, respecto a la expresión "¡Jesucristo nos importa un pimiento!" y al discurso no pronunciado por Baader y que serviría como razón exculpatoria, tenemos suficiente certeza si tomamos en consideración la nota que él mismo enviaría al periódico Berlin Tageblatt el día siguiente al suceso. Pero en dicha nota podemos también leer:

"La afirmación que aparece en los citados periódicos de que se trata de un enfermo mental se suma a los medios que se emplean hoy día cuando una persona se vuelve incómoda."

Johannes Baader, Nota al Berliner Tageblatt

El juego Dadá llega al primer plano si a dicha frase se añade la firma que culmina la nota, en la que el artífice se declara "Presidente de la Humanidad".
Baader había sido internado en un centro de reclusión para enfermos mentales -entonces aún manicomios- en agosto de 1899. Años después Huelsenbeck recordaría que gracias a este hecho el Dadá consiguió con Baader su "licencia de caza", ya que por su condición de enfermo las autoridades no le consideraban responsable de sus actos. De este modo, Dadá completa definitivamente a través de Baader la hermandad entre razón y sinrazón en la subversión de la vida desde el arte.


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