lunes, 15 de diciembre de 2008

Los demonios,

"La tierra era algo caótico y vacío, y tinieblas cubrían la superficie del abismo."
Gn 1,2

"La niebla cubría la tierra."
Vasili Grossman, Vida y destino

En una concepción sacralizada del espacio, concepción que, al menos en parte, sigue siendo la nuestra, la categorización topológica tiende a distribuirse según pares conceptuales que funcionan como correlato de la distinción entre lo sagrado y lo profano. Así, los lugares quedan recogidos en el espacio del adentro o del afuera, son habitables o inhóspitos, pertenecen a lo claro e iluminado o a lo oscuro y tenebroso.
En la cosmología del pueblo de Israel hay demonios y sátiros habitando los desiertos como otro modo de señalar que la extensión del desierto es inabarcable, y entonces inhóspita, y la profundidad de su noche absoluta, insondable, es decir, invivible. Toda forma de adentrarse en el espacio desértico se produce bajo la forma de la condena o la prueba.
El paso en la dirección de lo humano, la interrupción de lo inhabitable, queda marcada por el umbral. No es sorprendente descubrir que este signo de la diferencia toma su nombre de la claridad que emana de un hogar, de la luminosidad que acoge al hombre en lo vivible -umbral, lumbral, liminaris, lumen. Y lo esencial aquí no es tanto observar el papel fundacional del umbral como dar alcance a la dinámica que introduce en nuestra forma de darnos un lugar humano en que habitar. Lo esencial es, entonces, atender al hecho de que la actividad propia del darse un hábitat es la que se produce en la reinscripción del umbral, en su proliferación. La multiplicación de las diferencias ha funcionado como centro de la génesis de un espacio social orgánico. En ello, el desierto y sus demonios quedaron progresivamente más y más lejos.


4 comentarios:

Víctor N. dijo...

Hay, en esta noción elaborada de los umbrales, esta noción que hereda tan peculiarmente a Elíade y a Foucault, una pieza que me faltaba para entender mejor sus ideas del situacionismo y la flaneurie.

Sus palabras han sido un trazo necesario, pero nunca definitivo, para nosotros, los lectores de usted.

SALUDOS

B.J. Turner dijo...

Yo añadiría a Simmel y, sobre todo, a Benjamin, como forma de hacer justicia al patrimonio heredado. La forma aquí de señalar la diferencia, la cuestión del umbral, me sirve para dirigirme tal vez en el próximo post a un pensamiento de la repetición: desde la "heterotopía" del espacio social orgánico a la "atopía" del espacio social planificado.

Anónimo dijo...

Los umbrales interiores de algunos son tan desérticos que asustan. Pero eso no viene al caso.
Turner y Kowalski, pasen por mi blog, tienen una sorpresita.
Un saludo.

B.J. Turner dijo...

Estimado abrazador,

En nombre del Sr. Kowalski y en el mío propio te agradezco el premio y, del premio, sobre todo el calificativo de "irresistibles", aunque bien es cierto que ocasionalmente añoramos alguna resistencia por parte del medio, algo que se disponga para el combate que desde este blog se plantea. Por otro lado, lamentamos no poder acoger el premio ya que la primera norma del mismo, aquella que dice: "al recibir el premio, se ha de escribir un post" choca frontalmente con uno de los criterios básicos de este blog: nada extrínseco al mismo puede dirigir la línea de los contenidos.

Un saludo.