Perec nos la jugó: ahí quedan las pruebas. En el post del lunes, 16 de junio de 2008, titulado El trapecio, se citaba un texto que hacíamos pasar por parte de La vida instrucciones de uso: un texto hermoso, con la belleza de la levedad... En realidad dicho texto es, a su vez, una cita -y hacemos valer aquí un uso muy especial de la palabra "cita"- de un escrito de Kafka titulado Un artista del trapecio.
La evocación de aquel borgiano Pierre Menard, autor del Quijote sirve aquí para señalar dos modos distintos de digestión -vid. Vacaciones en Polonia, vol. 4: Literaturas antropófagas-, dos modos de in-corporar el texto de otro en el texto propio. Pierre Menard no quiere citar el Quijote sino escribir el Quijote, forzosamente reescribir entonces, pero con una reescritura que no cambie una palabra en el texto original que es, simultáneamente, origen y destino de la cuestión. Pierre Menard quiere reincorporar el Quijote al flujo del tiempo, de su tiempo, para hacer reverberar el sentido: de algún modo, lo que Menard desea es llevar a cabo un ready-made de la obra de Cervantes.
Perec, en cambio, ejecuta una verdadera deglución digestiva de Kafka. Al ingerir Un artista del trapecio, su palabra, a diferencia de la de Menard, no termina siendo la palabra de Un artista del trapecio. Puede seguir reconociéndose alguna marca y, en ello, se puede seguir viendo el fragmento como cita, pero los bordes son borrosos, como si el límite del texto incorporado se hundiese en la piel del propio texto de Perec. A diferencia del ready-made de Menard, lo que hay en Perec es un collage, pero un collage en el que las marcas de cola han sido disimuladas magistralmente. Cuando al terminar La vida instrucciones de uso nos topamos con el Post scriptum en el que Perec enumera los autores citados en el libro, uno no tiene más remedio que sorprenderse por el hecho de que Georges Perec se cuente entre los elementos de esta lista y, justo a continuación, indignarse por la presencia de todas aquellas citas que pasaron olímpicamente inadvertidas en la lectura. En ese momento, uno debe saber que Perec nos la jugó.
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