jueves, 15 de noviembre de 2007

Dadá 2, Erik Satie Dadá-músico


El vínculo de Dadá con la música es evidente desde las primeras soirées del Cabaret Voltaire. Orquestas de balalaicas, la 13ª Rapsodia de Liszt, piezas de Débussy, Skriabin o Rachmaninoff se unen a los ritmos negros, primeras manifestaciones de la influencia del blues y el jazz en el arte de vanguardia.

No obstante, la asociación más fructífera entre Dadá y la música no llegaría hasta Dadá París y la implicación de Erik Satie en las veladas parisinas. Satie era conocido ya por las innovaciones formales introducidas en su composición para el ballet Parade, presentado el 18 de mayo de 1917 en el Théâtre du Châtelet de París, en el que trabajaría con artistas de la talla de Cocteau -guión- o Picasso -escenografía y vestuario. Ya en el seno retorcido de Dadá, participaría en la composición de la música para la banda sonora de la película Relâche, dirigida por René Char, sin duda uno de los producos más completos a la hora de presentar visualmente la iconología Dadá. Colaboraría, además, en la publicación de la revista 391.

Pero la irreverencia de Erik Satie no es un producto Dadá. Podríamos decir, en cambio, que Satie era Dadá antes de Dadá, como también ocurriría con un Picabia o un Duchamp. En su caso, las innovaciones formales introducidas en sus composiciones, junto con la costumbre de añadir textos y acotaciones inverosímiles pero tremendamente pertinentes en las partituras, así como las composiciones hilarantes de 1912, situaron a Satie en la estela de los menos convencionales de su tiempo. El alcance seminal de la obra de Satie recorre todo el siglo XX y es manifiesta en compositores de la talla de John Cage.


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