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A Dadá no se lo presenta. Dadá no es nada, Dadá es la nada en su presencia fortuita y escurridiza, la gran Nada acumulada haciéndose manifiesta en una destrucción icónica orquestada bajo la batuta de la recodificación bufonesca. Dadá es el carnaval en el día de la muerte de Dios. Dadá-nada-histrión, Dadá-nada-bufón, Dadá-nada-máscara-guantazo, Dadá-nada-risa y Dadá-nada-burla, y Dadá-dadá-nada-Dadá. Risa y burla de lo riguroso, rictus desencajado de carcajada ante lo solemne, infantilismo contra los inteligentes y asco frente al sentido común. No hay palabras: Dadá mató la gramática en el poème simultan, en el poema fonético, en el poema visual, como tres gestos de obús certero.
Hugo Ball, en su diario el 16 de julio de 1915:
«La palabra se ha revelado; habitó entre nosotros.
La palabra se ha convertido en mercancía.
A la palabra hay que dejarla tranquila.
La palabra ha perdido cualquier dignidad.»
Hugo Ball, La huida del tiempo (un diario)Hoy ofrecemos dos muestras de la trasgresión Dadá desde el lenguaje: el facsímil del primer número de la revista Dadá en su edición francesa y las grabaciones de algunos poemas fonético-visuales de Raoul Hausmann.
[DADA1]
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