domingo, 24 de junio de 2007

La salud en la enfermedad,


Dadas las condiciones de insalubridad general del ambiente, la filantropía, ese irrefrenable amor a la especie humana, recomienda la promoción de medidas preventivas. Qué duda cabe que, de todas ellas, la más estable es adoptar una moral provisional, al más puro estilo cartesiano, y hacer valer el depósito de recetas vitales que el sentido común ha ido acumulando a lo largo de décadas y décadas de vitalidad acomodaticia. Otra opción, nada despreciable por cierto, consiste en conducirse por el circuito de estados de ánimo facilitados por las diferentes estaciones del carril de lo cotidiano, e ir del bliblublam bliblublam de a diario al jijujija jijuja de las festividades, sin interrupción, sin intervención, y así en círculo hasta perder la vida. Por fin, amigos de lo osado, pueden aprovechar la ola de lo tóxico y convertirse en un agente del desorden. No sean mezquinos, no es necesario arruinar a los demás la existencia inoculando su carácter alicaído. Será suficiente con practicar sobre ustedes mismos el arte de echar a perder la vida. Así como el virus difícilmente sufre por la enfermedad piensen que, en definitiva, quien consigue subsistir como ejemplo de lo arruinado difícilmente sufre por la ruina.


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