Dadas las condiciones de insalubridad general del ambiente, la filantropía, ese irrefrenable amor a la especie humana, recomienda la promoción de medidas preventivas. Qué duda cabe que, de todas ellas, la más estable es adoptar una moral provisional, al más puro estilo cartesiano, y hacer valer el depósito de recetas vitales que el sentido común ha ido acumulando a lo largo de décadas y décadas de vitalidad acomodaticia. Otra opción, nada despreciable por cierto, consiste en conducirse por el circuito de estados de ánimo facilitados por las diferentes estaciones del carril de lo cotidiano, e ir del bliblublam bliblublam de a diario al jijujija jijuja de las festividades, sin interrupción, sin intervención, y así en círculo hasta perder la vida. Por fin, amigos de lo osado, pueden aprovechar la ola de lo tóxico y convertirse en un agente del desorden. No sean mezquinos, no es necesario arruinar a los demás la existencia inoculando su carácter alicaído. Será suficiente con practicar sobre ustedes mismos el arte de echar a perder la vida. Así como el virus difícilmente sufre por la enfermedad piensen que, en definitiva, quien consigue subsistir como ejemplo de lo arruinado difícilmente sufre por la ruina.
domingo, 24 de junio de 2007
La salud en la enfermedad,
Dadas las condiciones de insalubridad general del ambiente, la filantropía, ese irrefrenable amor a la especie humana, recomienda la promoción de medidas preventivas. Qué duda cabe que, de todas ellas, la más estable es adoptar una moral provisional, al más puro estilo cartesiano, y hacer valer el depósito de recetas vitales que el sentido común ha ido acumulando a lo largo de décadas y décadas de vitalidad acomodaticia. Otra opción, nada despreciable por cierto, consiste en conducirse por el circuito de estados de ánimo facilitados por las diferentes estaciones del carril de lo cotidiano, e ir del bliblublam bliblublam de a diario al jijujija jijuja de las festividades, sin interrupción, sin intervención, y así en círculo hasta perder la vida. Por fin, amigos de lo osado, pueden aprovechar la ola de lo tóxico y convertirse en un agente del desorden. No sean mezquinos, no es necesario arruinar a los demás la existencia inoculando su carácter alicaído. Será suficiente con practicar sobre ustedes mismos el arte de echar a perder la vida. Así como el virus difícilmente sufre por la enfermedad piensen que, en definitiva, quien consigue subsistir como ejemplo de lo arruinado difícilmente sufre por la ruina.
publicado por B.J. Turner y eran las 14:18
Etiquetas: La enfermedad, Vidas muertas
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