El arte del short story, de factura reciente si se compara con los géneros clásicos, ha vivido tiempos dulces en los dos siglos escasos transcurridos desde su incorporación definitiva a la literatura. Walter Benjamin, en El narrador y al hilo de la lectura de Valéry, relaciona su aparición con la voluntad de abreviación que fecunda todo el espíritu propio de una época caracterizada por el discurso informativo. La aparición del Spleen de París -verdadero antecedente del short story- en los periódicos de la época atestigua la opinión de Benjamin, pero introduce un matiz que trabaja en sentido contrario: la micronarración debe tanto al periódico como a la anécdota, vive tan cercana a la absurda crónica de sucesos como a la enrevesada narración popular de hechos pintorescos. Sea como fuere, es posible que para ella se hayan dado pocas caracterizaciones tan delicadas como la que presenta el propio Baudelaire en la dedicatoria de su libro:
"Sustraiga una vértebra y los dos trozos de esta tortuosa fantasía se unirán sin esfuerzo. Córtelo en muchos fragmentos y verá que cada cual puede existir separado."
Charles Baudelaire, El Spleen de París
Cada cual puede existir separado, porque el fragmento no se compromete con la consecución. Demanda tiempo, pero un tiempo que es prestado por el lector en función de su gusto. Indudablemente hay que aprender a leer fragmentos como hay que aprender a leer prácticamente cualquier cosa, y la costumbre de la lectura-de-travesía aplicable a esa novela sin pretensiones es aquí el peor enemigo. Pero todo esto pertenece al orden de lo ya dicho y puede leerse aquí y allá.
Lo que tal vez no ha sido mencionado tan frecuentemente es la influencia de la narración corta en la escritura filosófica. Sin duda es en el estilo fragmentario de Nietzsche donde con mayor fuerza se lee el alcance de este género para la exposición de la crítica. Es un espectáculo observar cómo en una misma pieza se aúna el arte del microrrelato con algo que, a falta de otra definición, podríamos denominar microhistoria conceptual. Así comienza Sobre verdad y mentira en sentido extramoral:"En algún apartado rincón del universo centelleante, desparramado en innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la Historia Universal: pero, a fin de cuentas, sólo un minuto. Tras breves respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron de perecer."
Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral
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