miércoles, 27 de febrero de 2008

Shakespeare & Co. y las librerías habitables



En el Poema de los dones, un Borges visitado ya por la noche sin oscuridad de la ceguera manifestaba imaginar el paraíso bajo la forma de una biblioteca. Y hay bibliotecas confortables pero, es mi opinión y no mueve en nada la de Borges, el silencio exigido las vacía de vida. Por eso yo me imagino el placer de habitar una librería.
A lo largo de los años y viendo cómo las librerías-supermercado avanzan implacables, se atesoran inevitablemente aquellas librerías pródigas en situaciones que les sirven de contrapeso, como otro modo de vivir la relación entre el libro y la vida.
Recuerdo la librairie-café Les Recyclables, en el 53 de la rue Carouge de Genève -frente a uno de los tranvías de la ciudad-, con sus estantes de libros usados, su deliciosa tarta de chocolate y su piano que, aquella noche, se dejaba tratar bien por las notas de la trova santiaguera.
En València, desde este pasado septiembre, no dejo de visitar siempre que puedo la librería Ubik, en el número 30 del carrer de Baix, donde todavía es posible hablar de literatura sin cortapisas compartiendo intereses frescos.
Y, desde esta semana, gracias a los sabios pasos de nuestra corresponsal en París, recordaré siempre la mítica Shakespeare & Company, con su mensaje de hospitalidad lanzado desde el 37 de la rue de la Bûcherie. La Shakespeare & Co., además de presentar un muy amplio repertorio de libros en lengua inglesa ha hospedado durante los últimos cincuenta años a escritores de todas los rincones del mundo. No sorprende, por tanto, leer en el dintel de una de sus puertas:

"Be not inhospitable to strangers
lest they be angels in disguise."

Las paredes tapizadas de volúmenes dan un aspecto de vieja habitación, reforzado por los rincones en los que se puede encontrar desde una máquina de escribir dispuesta para dejar una nota hasta un camastro o una ventana con vistas a Notre-Dame. El tiempo se detiene en lecturas públicas fortuitas o en una breve sesión de jazz al lado del Sena, y uno puede reposar en compañía y hojear libros hasta encontrar la joya esperada.


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