martes, 29 de abril de 2008

The Hun,

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En un artículo del mes de marzo -El caníbal-, citábamos un fragmento de Ernst Jünger perteneciente al volumen recientemente publicado bajo el título Guerra, técnica y fotografía. En él se recogía el hecho fundamental de la participación de una "ideología del progreso" propia de un "humanismo civilizatorio" como motivo para la intensificación suicida del conflicto bélico de 1914. Muy pocas líneas después, Jünger señala al periódico como receptáculo primordial de dicha ideología y perfila la táctica de combate de este humanismo hipócritamente belicista en los siguientes términos:

“Todas las épocas han tenido sus guerras, y la muerte no significa ahora más que significaba entonces, pero ninguna de ellas se ha caracterizado por una manera de imaginarse al adversario tan rastrera como la nuestra. Para comprobarlo es conveniente comparar las descripciones que conservamos de enemigos a muerte [...] con los anuarios de cualquier periódico que se haya publicado en Europa durante la guerra mundial. Tropezamos aquí con una ideología que ya no admite enemigos y que se ve obligada, en consecuencia, a menospreciar al adversario para así poderlo combatir con buena conciencia.”

Ernst Jünger, Guerra, técnica y fotografía

Este menosprecio del adversario tiene su correlato en la política textual del fragmento con la distancia física que interpone el desarrollo del fuego de largo alcance. A una distancia física le corresponde otra moral, soportadas por sendos rostros de la misma ideología que cubre sus espaldas caracterizando la batalla como defensa de la civilización y la humanidad contra la barbarie.
El retomar hoy esta cuestión tiene su motivo en el reciente y fructífero hallazgo en la red de un conjunto de portales dedicados a la catalogación y publicación de carteles propagandísticos de la Gran Guerra. De entre ellos quisiera destacar al respecto del tema que nos ocupa aquellos en que se representa al enemigo germánico bajo la figura del huno. Situados ya siempre en el imaginario cultural bajo el signo del pueblo bárbaro, del animal de la guerra, del grupo sometido a un caudillismo que abre brechas incontrovertibles en el cuerpo de la gran civilización romana, los hunos se prestan como tal vez sólo podía hacer la figura de la bestia a las operaciones estratégicas del pensamiento propagandístico. Más allá de estas palabras hablan por sí mismas las imágenes:



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